Seguramente has visto alguna vez algun anuncio que ofrece espacio ilimitado en sus planes de hosting.
El hosting, o alojamiento en español, es un espacio contratado en un disco duro, sí, como el de tu computadora, que tiene la particularidad de estar encendido de forma permanente y monitoreado por técnicos las 24 horas dentro de un datacenter.
Generalmente, estos discos son respaldados a diario para que ante cualquier imprevisto, se repongan de inmediato los archivos y el sitio siga en línea. A esto discos se accede mediante la dirección IP a la que son apuntados los dominios. Tienen un espacio determinado que se divide entre varios clientes que contratan el servicio de hosting, así como un ancho de banda para su conexión a internet.
¿Cómo entonces es posible que ofrezcan servicios de capacidad ilimitada? Físicamente no es posible, pero lo ofrecen igual, sobrevenden el espacio en disco, hacen lo que conocemos como «overselling» basándose en que no todos o al menos la mayoría de sus clientes no llegan a utilizar todo el espacio disponible y lo usan como gancho publicitario.
Si en algún caso excepcional sucediera que la mayoría de los dominios alojados en un mismo disco del servidor comienzan a acaparar mucho más espacio del previsto en estos planes «ilimitados», es ahí que comienzan los problemas de sitios caídos o en extremo lentos, exactamente igual que sucede cuando el disco de su computadora está muy lleno, o si se conectan varias personas al wifi de su casa u oficina a bajar archivos pesados, el proceso se enlentece para todos.
En pocas palabras: no siempre estás comprando lo que crees estar comprando.
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